Los invisibles peldaños
Una vez aclaras el aire, puedes ver más lejano en el horizonte.
Hará más de dos mil años, el único ser que ha dividido la historia en antes de él y después de él, vino a traer una filosofía aún difícil de aceptar: la del perdón. Y fue categórico en decir que ofrecieras siempre la otra mejilla. Es decir, que no le guardaras al prójimo su ofensa, para recordar que te ofendió y devolverle el golpe al día siguiente. Eso es lo que hacemos a diario: quedarnos dentro del cuadrilátero.
La sociedad humana es muy disimil en pensamientos y actitudes, acertadas y erróneas. Pero usualmente siempre que alguien te sacude, por ley de la física, es porque estás a su mismo nivel o alcance.
Las ofensas solo las guardan como parte de su equipaje, los pequeños y débiles. Los que no aceptan la petición de un perdón, es porque aún no han subido ese peldaño donde tu le esperas como hermano y amigo. Y aún más, tampoco es indispensable que te perdonen. Lo importante es que ya tu andas más ligero, sin la pesada carga del rencor.
Recuerdo la película La Lista de Schlinder, cuando este alemán (Schlinder) que protegía a los judios, se acercó a un militar nazi que mataba -desde su ventana- a los judíos que intentaban tomar un respiro, El le dijo a dicho militar, (no textual): «Perdónales la vida, que los reyes son los únicos que ofrecen el perdón, porque son poderosos».
Pero para ser poderosos, debemos crecer. Y pedir perdón y perdonar es el pasaje para trascender y seguir subiendo los invisibles peldaños de la escalera.
El truco está
El truco está en levantarte creyéndote alguien,
atrapar tu cara en el azogue que no mira,
imaginar el mundo que te aguarda
mientras ahogas tu rostro,
camuflageas la soledad que te piensa con bisílabos,
cancelas el abrazo de la muerte que te amó,
y sacudes los fantasmas de tu cuerpo.
El truco está en asumir la vida
como si fuera propia,
entrar con las puertas cerradas
y desayunar varias historias en el pan quemado,
y ser un solo ser, tal vez el que fuiste ayer,
para que ocupes el mismo lugar en tu nombre.
El truco está en no analizar la radiografía de tu bienestar
y si tienes suerte con las espectadores,
prestidigitar con unas y otros
el acto del ataud y la guadaña
sin desilusionar el morbo
o asesinar las ilusiones.
Y respirar segundos, vidas,
hasta llegar de rodillas a la espalda del día
y ver que todos en tu hogar
regresaron ilesos de los propósitos ajenos.
El truco está en tener suerte,
pero ésta no dura lo bastante
y el acto de magia cuotidiana se descubre
con sus cartas bajo las mangas,
la ferocidad de las pretensiones
y los desencuentros.
Y al hundir nuevamente tu rostro en la almohada
un filo etéreo atraviesa tu conciencia
y te sugiere un descanso profundo y temido,
más allá…mucho más alla del sueño.
Claudio Cohen
No pensarme
Toda la gente que soy es mi derrota.
Acumularon sus huesos de almas
para que descubriera en la mía
el mapa escondido que lleva a ningún lado.
II
Ríovidamoléculaquintaesenciagranitodearenauniversosemejansaenelcristal…
¡Te inventé con miles de nombres!
¡Ah, el secreto violado que tanto disgusto ha causado!
La mujer que amó la fruta, descubrió en su sexo mi nombre
y pecó por el placer de pronunciarlo.
Fue un pecado terrible
dulce como la puñalada
que originó las voluntades
bendecidas por el libre albedrío.
Cada quien decidiendo
emancipando la ignorancia
o creando abrevaderos
para las aves de estación.
A todos le digo que también soy tu
Y que te hice a mi imagen y semejanza,
pero me clavan incrédulos
en cada una de mis vidas.
Nadie puede ser él…o ella…
puedes jurarlo y no lo harás en vano.
III
Alzo con todos,
a uno y otro lado,
en aguas de sangre
el sino de la humanidad.
¿Por qué soy tan tu?
¿Por qué me inmolan?
¿porqué soy todos los que soy?
El mundo en mi muerte está derrotado.
IV
El puntito celeste que miro en tu vientre
estalla con todos los nombres
clavados en la cruz,
arrodillados frente al muro impasible,
filosofados en la absurda barriga al aire,
inmolados por un paraíso fundamental,
la punta de la testa resguardada del cielo
-con su grey elegida para la tortura-
o confundidos en la dualidad negada
a ser un todo con lo creado
-donde mejor río soy -.
V
Si no me pienso, estaré a salvo,
Pero no lo sabré.
Claudio Cohen
Desamor y Puertas
Quien hizo el primer viaje conmigo
abrevó en la orilla de otro río.
Yo alcancé a ver su rostro distante:
laguna triste mirando al cielo.
Luego el sádico puñal de las noches
horadó mi paz de bestia arrodillada
y destinó al usurero del destino
los mortales pagareses del dolor.
2
Tu nunca fuiste joven.
Me engañó tu piel
pero te delataron tus ojos
y el silencio de tus orillas…
Ahora todas tus vidas te delatan
en el viaje de la piel hacia adentro
entro a tu casa llena de puertas
y las cruzo para ver tu alma.
Konstantin Kavafis
Konstantin Kavafis
Relegado frívolamente a la categoría del gran poeta gay de la historia, el griego Konstantino Kavafis es una de las grandes figuras poéticas de la Europa del s. XX. Su obra, por lo demás no demasiado extensa, incide en dos temas recurrentes: la historia y los recuerdos, que en el fondo solo son uno: la rememoración del pasado. Por un lado recupera para la poesía la riquisíma historia antigua de su país; por otro, en un tono melancólico, el poeta intenta recuperar los momentos de una juventud perdida, sus primeras experiencias sexuales, el calor delo erótico del cuerpo de los amantes, etc. Uno de sus grandes introductores en España ha sido el poeta y traductor José María Álvarez; entre ambas poéticas podemos establecer una relación inequívoca.
LXXIV
En un puerto (1918)
A Emes, joven de veintiocho años, un navío tenio
trajo a este puerto sirio
para que aprendiese el comercio del incienso.
Enfermó durante el viaje. Y desembarcando
aquí, murió al pisar tierra. Fue pobremente
enterrado. Pocas horas antes había
susurrado dulcemente “casa” y “viejos padres”.
Mas nadie supo quiénes eran,
ni cuál su ciudad en el gran mundo griego.
Es el mal menor. Porque mientra aquí
en este pequeño puerto yace en paz,
sus padres guardan la esperanza de que aún vive.
LXXVIII
La tregua de Nerón (1918)
No se turbó Nerón al escuchar
el oráculo de Delfos.
«Guárdate del año setenta y tres».
Cuánto tiempo aún para gozar.
Tiene treinta años. Amplio en verdad
es el período concedido por el dios
para inquietarse ante futuros peligros.
Ahora vuelve a Roma algo cansado, espléndidamente fatigado tras un viaje cuyas jornadas fueron una continuación de placenteros días en teatros, jardines y gimnasios… Noches en ciudades aqueas… Y sobre todo la delicia de los cuerpos desnudos…
Así Nerón. Y en España, Galba secretamente dispone y adiestra su ejército, un anciano de setenta y tres años.
CXV
Él vino para leer (1924)
Vino para leer. Abiertos están
dos o tres libros; historiadores y poetas.
Pero apenas ha leído diez minutos
cuando los deja a un lado. Sobre un diván
duerme ahora. Ama mucho los libros
-pero tiene veintitrés años, y es hermoso;
y esta tarde el amor atravesó
su carne maravillosa, su boca.
A través de la total belleza
de su cuerpo pasó la fiebre de la voluptuosidad
sin remordimientos ridículos por la forma de ese placer…
Bibliografia de emergencia: *Kavafis, Konstantino: Poesías completas.Ed. Hiperión,
Huele a madrugada
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Aqui estuvo la lluvia y pregunto por ti
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Por la LUZ que ALIMENTA la VIDA
Ven a formar parte
del ejército de los vilipendiados,
acá tenemos un látigo mojado
para usarlo en tu espalda…
Para que llores de verdad
como una ventana sin cielo
con una razón más poderosa,
que la de un perico en la estaca.
Firma: ASOCIPOENTER
Asociación de Ciegos, Pobres de Solemnidad y Enfermos Terminales